La constelación familiar es una poderosa herramienta terapéutica que nos permite explorar y comprender los vínculos familiares. Esta práctica, desarrollada por Bert Hellinger, se ha convertido en un enfoque importante en la terapia sistémica y ha demostrado su eficacia en la resolución de conflictos familiares y la sanación de relaciones.

El vínculo familiar es una parte fundamental de nuestra existencia. Nacemos en un sistema familiar con una historia que se remonta a generaciones anteriores. La constelación familiar viene a ser “el sistema” que podría representar gráficamente las relaciones entre los miembros de la familia y nos ayuda a visualizarlos.

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Las células de nuestro cuerpo son unidades autónomas que tienen su propio ciclo vital y función. Una célula muscular de la pierna no tiene conexión con una célula ósea del hombro, por ejemplo. El vínculo entre ambas es la sangre que las alimenta y retira las toxinas en desecho; a esto llamamos vínculos celulares.

A la vez se ha demostrado (“La Biología de la Creencia”-Dr. Bruce H. Lipton), que la vida celular está condicionada por nuestras emociones y pensamientos. A través de la sangre, heredamos no solo características físicas, sino también patrones de comportamiento, traumas no resueltos y emociones no expresadas. 

La constelación familiar nos permite acceder a estos vínculos celulares y liberar las cargas emocionales que pueden estar afectando nuestra vida.

La sangre, que fluye a través de nuestras venas y arterias, es el vehículo de estos vínculos celulares. Cada miembro de la familia comparte una parte de esta sangre y, por lo tanto, está conectado a nivel celular con todos los demás. Esta conexión nos hace responsables de sanar las heridas familiares y liberar a las generaciones futuras de patrones negativos.

En resumen, la constelación familiar nos invita a explorar los vínculos familiares y celulares que nos unen a través de la sangre. Al hacerlo, podemos comprender mejor nuestras relaciones, liberar cargas emocionales y sanar las heridas del pasado. Esta práctica nos recuerda que, aunque nuestros lazos familiares pueden ser complicados, también tienen el poder de transformarse en fuentes de amor y crecimiento.

Por esto, cuándo tenemos algún síntoma sanguíneo, desde la Decodificación e Integración Emocional (DEIE), podemos considerar que puede haber algún conflicto familiar subyacente que somatizamos.